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LITURGIA DEL VATICANO II

Teólogos centroeuropeos y celibato

144 TEÓLOGOS CENTROEUROPEOS CUESTIONAN EL CELIBATO

 

Han pasado muchos años, pero no he olvidado una lección magistral que oí al Padre B. Häring sobre el celibato y los curas casados. Eran las 9 de la mañana de un día otoñal romano, cuando comenzó su clase de Matrimonio. El día anterior había tenido lugar en el aula conciliar la intervención de un obispo occidental, pidiendo la revisión del celibato.

 

El Padre Häring, que asistía en calidad de perito, sintió que alguien rompía a llorar a su lado. Se volvió ligeramente y, al descubrir a la persona afligida, le preguntó por el motivo de su llanto. Ésta le contestó entre suspiros: «Se ve que ese obispo no tiene experiencia, pues de tener la mía, no diría lo que está diciendo». Hasta aquí la anécdota sobre la que el moralista Häring –que no pecaba, precisamente, de tradicionalismo- quería sentenciar sobre el carisma del celibato. Más o menos éstas fueron sus palabras:

 

El celibato es un don del Espíritu Santo. El que tiene el don lo entiende sin dificultad. El que no lo entiende, o no lo tuvo nunca o lo ha dilapidado.

 

Al leer hoy la noticia de que un centenar de teólogos pide la revisión del celibato, me gustaría que las palabras de Häring fuesen una exageración. Más aún, que fueran falsas. De todos modos, mi no pequeña experiencia ministerial no las ha desmentido. Pero, repito, me gustaría que esos teólogos no hayan tenido nunca el carisma del celibato, porque sería terrible que confirmaran las palabras y los llantos a los que antes me he referido.

 

De todos modos, hay una idea que viene a mi mente y soy incapaz de desechar. La idea es muy simple: el lenguaje de estos teólogos se oyó hace varios siglos en las mismas latitudes y de boca de unas personas cuyo estado eclesial no era demasiado diferente al suyo. ¡Todavía estamos pagando su precio!

 

            

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