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LITURGIA DEL VATICANO II

Tres "recetas" para el sacerdote de hoy y del futuro

Lo dijo el Papa el pasado 4 de noviembre, en el comienzo del año académico de las Universidades pontificias de Roma."La vocación apostólica vive gracias a la relación personal con Cristo". Relación que "se alimenta con la oración asidua y es vivificada por la pasión de comunicar a los demás el mensaje recibido y la experiencia de fe de los Apóstoles".

Para que esto no quede en palabras bonitas ni buenas intenciones, Benedicto subrayó "tres" condiciones:

1ª) "Ante todo, encontrarse con Jesús y ser fascinado por sus palabras, sus gestos, su persona". (Me pregunto si esto es posible sin una lectura creyente y constante del evangelio).    

2ª) "Abrirse a la acción de Dios, escogiendo cada día darse a sí mismo por Él y por los hermanos". Porque "la llamada del Señor al ministerio no es fruto de méritos personales, sino que es don que hay que acoger y al que es preciso corresponder". El Papa saca esta gran conclusión: Esto comporta "dedicarse no al propio proyecto, sino al de Dios, de modo generoso y desinteresado, con el fin de que Él disponga de nosotros según su voluntad, incluso cuando ésta puede no corresponder a nuestros deseos de autorrealización" Y esta otra: "Nunca podemos olvidar -como sacerdotes- que el único ascenso legítimo en el ministerio de Pastor no es el éxito sino la Cruz".

3ª) "En esta lógica, ser sacerdote quiere decir se siervos tambien con una vida ejemplar...Los presbíteros son dispensadores no dueños de los medios de salvación, de los sacramentos, especialmente de la Eucaristia y de la Penitencia".

El sacerdote que vive así, se realiza plenamente, es feliz y un día irá al Cielo.

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