Blogia
LITURGIA DEL VATICANO II

DOMINGO VI DE PASCUA (29 de mayo de 2011) - Ciclo A

 

JESÚS CAMINA A NUESTRO

LADO

«No os dejaré huérfanos»

____________________________________________________

Última Cena de Jesús con sus íntimos. Las paredes del Cenáculo han oído varias veces que ‘esto se acaba’. Jesús abre el hontanar de su corazón y dice con inmensa ternura a sus Apóstoles: «No os dejaré huérfanos», «Yo pediré al Padre otro Defensor que esté siempre con vosotros». Ellos no lo entienden. Lo entenderán –apostilla san Juan- cuando haya resucitado de entre los muertos. La Resurrección pondrá de manifiesto, además de su carácter de triunfador, que entre Él y ellos existe una vinculación muy especial. Ese encuentro les dará nuevas fuerzas y será el fundamento perenne para creer todo lo que antes les ha dicho sobre su unión con el Padre y la indisoluble vinculación que mantiene con ellos y con todos los que en el futuro quieran ser discípulos suyos. Sólo necesitan un requisito: amarle y guardar sus mandamientos: «El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; y al que me ama...Yo también lo amaré y me revelaré a él». Los cristianos de hoy necesitamos traer a nuestra memoria y a nuestra vida de cada día esta presencia de Jesús para no sentirnos solos e impotentes ante el ambiente que nos rodea. Mejor: para tener los arrestos que necesitamos para anunciar que Jesús es el Único Salvador del mundo y el Único Camino que tienen los hombres para construir un mundo donde reinen la verdadera fraternidad y la verdadera paz. La conciencia de esta presencia da fortaleza a los mártires, constancia a los confesores, alegría a las vírgenes, coraje a los padres y madres de familia, capacidad de respuesta a los jóvenes, consuelo y paz a los ancianos y afligidos. El que cree que Jesucristo camina a su lado experimenta –como los demás hombres- la dureza de la vida, los fracasos y las humillaciones, las limitaciones de la enfermedad, y la muerte. Pero mantiene la serenidad y la calma y es capaz de llevársela a los hermanos que se sienten turbados y desconcertados. No nos cansemos de meditar y vivir esta gozosa realidad: no estoy solo en el sendero de la vida sino que Jesús camina a mi lado, me ayuda, me protege, cuida de mí. ¡Qué consuelo y qué fortaleza!            

0 comentarios