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LITURGIA DEL VATICANO II

DOMINGO 24 DEL TIEMPO ORDINARIO (11.IX.2011) - Ciclo A

EL PERDÓN DE DIOS Y EL

NUESTRO

¿Cuántas veces debo perdonar?

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El evangelio de hoy arranca con esta sencilla pregunta de Pedro: «Si mi hermano me ofende, ¿he de perdonarle siete veces?» Jesús le responde: «No te digo siete, sino setenta veces siete». Dado que «siete», y sus múltiplos, es número de plenitud, la respuesta de Jesús es contundente: «Has de perdonarle siempre, siempre, siempre» Para justificárselo, le expuso una sencilla parábola con tres secuencias. En la primera Jesús presenta a Pedro el caso de un criado que debía a su señor bastantes millones. Ante la imposibilidad de que salde la deuda, el amo manda vender todo lo que posee y llevarle a la cárcel. El criado se pone de rodillas y suplica una prórroga a su amo: «Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo». El amo no le concede la prórroga, sino que le perdona la deuda. Lo lógico hubiera sido que ese criado, además de agradecérselo, hubiese tratado de imitar la conducta de su amo. Pero no fue así. Al salir de la entrevista, se encuentra con un compañero de trabajo que le debía unas quinientas mil veces menos. El compañero le suplica una prórroga. Pero él, cruel y despiadado, lejos de concedérsela, manda vender todas sus posesiones y encarcelarle. Llegada la noticia a oídos del amo, éste le hace venir y se encara con él en estos términos: «Siervo malvado, ¿no debías haberle perdonado la deuda como yo te la perdoné a ti?» Y airado, mandó vender todo lo que tenía y llevarle a la cárcel hasta que pagara el último céntimo. El final de la parábola casi no me atrevo a escribirlo: «Así hará mi Padre celestial, si cada uno no perdona de corazón a su hermano». Mi miedo obedece a que no es difícil verse retratado en el comportamiento que Dios tiene con uno y el que nosotros podemos tener con el hermano que nos ofende. Por muchos que sean los agravios que nos hagan y por mucho que perdonemos, no hay comparación posible con lo que nosotros ofendemos a Dios y el perdón que él nos otorga. Nos conviene perdonar siempre, porque las palabras del Padre Nuestro son decisivas: «Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos». Si no perdonamos...               

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