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LITURGIA DEL VATICANO II

DOMINGO DE RESURRECCIÓN (8.iv.2012)- Ciclo B

¿CÓMO ENCONTRAR AL RESUCITADO?

«No está aquí. Ha resucitado»

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Los hombres quedamos muy mal en la Pasión de Jesús. Uno, que era Sumo Sacerdote, lo llamó blasfemo. Otro, que había jurado y perjurado fidelidad hasta la muerte, le negó a las primeras de cambio. Un tercero, que también era de los íntimos, le vendió por un puñado de monedas. Otros, que eran soldados, le molieron a latigazos y le cosieron con clavos en el madero de la cruz. Muchos hombres fueron los que pasaron delante del que agonizaba, riéndose villanamente de él. Es verdad que el Centurión que fue testigo de todo confesó: «Realmente, este hombre era hijo de Dios». Pero hicimos muy mal papel. Las mujeres, en cambio, lo hicieron muy bueno. Su Madre, María Magdalena, la otra María, otras mujeres, las santas mujeres de Jerusalén, la Verónica, hasta la mujer de Pilato, que mandó un recado a su marido, para que no se metiera con Jesús. Por eso, qué cosa más lógica que sean las mujeres las privilegiadas de la Resurrección. La primera fue, sin duda, su Madre. El evangelio no lo dice, porque hubiera sido una injuria, para Él y para Ella, hablar de lo que es más que lógico. En cambio, habla del segundo testigo: la Magdalena. Ella quería con toda su alma a Jesús. Por eso, antes de que amaneciera, fue al sepulcro a embalsamar su cadáver, ya no pudo hacerlo el día de su muere. Pero se encontró con el sepulcro vacío. Sin pérdida de tiempo, vuelve sobre sus pasos y corre para anunciar a los apóstoles lo que ella piensa: que «han robado el cuerpo de Jesús y no sabemos dónde lo han puesto». Jesús le sale al encuentro para colmar de alegría su corazón roto. Ella lo confunde con el hortelano. Pero cuando oye su nombre, loca de alegría se agarra a sus pies y los aprieta con la inmensa ternura de su amor. Para encontrar a Jesús Resucitado, hay que seguir primero a Jesús Crucificado. Seguirlo de cerca y con un amor inquebrantablemente fiel. El que guarda las distancias, el que sigue a Jesús de lejos y como a regañadientes, está más cerca del Pedro negador que de la Magdalena vidente. Igual da que sea un hombre o una mujer. Sin amor, no hay encuentros personales. Y encontrarse con el Resucitado es encontrarse con una Persona.         

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