Blogia
LITURGIA DEL VATICANO II

DOMINGO 6 DE PASCUA (13.V.2012) - Ciclo B

¿NO TE QUIERE NADIE?

«Permaneced en mi amor»

____________________________________________________

Un día venía yo de hacer recados y, al doblar el Puente de Santa Maria, me detuvo una persona, de unos cuarenta años, para pedirme limosna. Al echar mano al bolsillo, hizo un gesto muy significativo y me dijo: - Padre, más que dinero, necesito que alguien me escuche, porque estoy desesperado. La conversación se prolongó durante bastaste minutos, en un largo monólogo por su parte. Me contó su vida y milagros. Casi al final concluyó: - Como ve, padre, a mí no me quiere nadie. Me llegó al alma aquel grito angustioso y le dije con pleno convencimiento: - Eso no es verdad, a ti te quiere Jesucristo, a ti te quiere Dios. Por lo que podía colegirse de su reacción, no me hizo mucho caso. Pero lo que yo le dije era verdad. Ciertamente, no le quería su mujer, ni sus hijos, ni su padre, ni nadie. Pero eso no impedía que Jesucristo le quisiera. No era una ocurrencia mía o una contestación de conmiseración. Es la enseñanza del Evangelio de hoy, donde Jesús nos dice a sus discípulos: «Permaneced en mi amor». Es decid, aceptad mi amor, tomad conciencia de que Yo os amo, no olvidéis que he dado la vida por vosotros. Mi amor hacia vosotros no decrece nunca, sean cuales sean vuestras situaciones y vuestras respuestas. Yo os amo no porque vosotros seáis dignos de que os ame o porque vosotros seáis buenos. Os amo porque sí, porque Yo quiero ser bueno con vosotros. La tendencia de casi todos es reaccionar como el hijo pródigo, cuando decide volver a casa, después de haber sido un calavera. Él piensa que no merece que su padre le reciba como hijo, sino –en el mejor de los supuestos- que sienta lástima y le admita como un jornalero. Quería medir el corazón inabarcable de su padre con su estrechez de miras. Para suerte suya, aunque se había portado como mal hijo, no había dejado de ser hijo para su padre y éste, al verlo en casa, organizó una gran fiesta. Jesús  reacciona siempre de este modo con nosotros. Hay que asumir esta realidad. Mientras no lo hagamos, no sabemos qué implica ser discípulos de Jesús y no nos decidiremos a serlo.          

0 comentarios