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LITURGIA DEL VATICANO II

DOMINGO 11 DEL TIEMPO ORDINARIO (17. VII. 2012). Ciclo B

APARIENCIAS Y REALIDAD

«La semilla crece de día y de noche»

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A estas alturas de la vida pública de Jesús, el contenido de su predicación -el Reino de Dios- y la extrema sencillez de su actuar han provocado fuertes críticas. ¿Cómo puede Dios reinar en el mundo y permitir tantos sufrimientos, injusticias y miserias? Así mismo, ¿cómo puede ser que un actuar tan humilde y con tan escasa resonancia como el de Jesús pueda revelar que está cerca el Reino de Dios? A quienes se escandalizaban de que Dios reine en un mundo lleno de dolores e injusticias, les dijo esta parábola: «El reino de Dios se parece a un hombre que echa simiente en la tierra. Él duerme de noche y de mañana; la semilla va creciendo y germinando, sin que él sepa cómo: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, mete la hoz, porque ha llegado la siega». El labrador está ausente entre la sementera y la siega, pero no abandonado la semilla a su suerte para siempre, pues cuando llegue la siega, vendrá a recogerla. “La siega es el fin del mundo” aclaró el mismo Jesús. Dios es realmente Rey y Señor. El hecho de que no intervenga antes del fin del mundo, no significa que no intervendrá nunca. Cuando llegue el momento del juicio final, intervendrá con todo su poder y dirá la última palabra sobre la justicia, la verdad, el bien y el mal. A los que se escandalizaban de que un actuar tan humilde como el suyo pudiera revelar la cercanía del Reino de Dios, les dijo otra parábola: “El Reino de Dios es como un grano de mostaza. Al sembrarlo, es la semilla más pequeña, pero después se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden cobijarse y anidar”. Su obra, que ahora aparecía débil e insignificante, tendría un porvenir grandioso. Porque, precisamente, lo pequeño y humilde es lo que Dios ensalza. Esto valía para Jesús y su tiempo, pero vale también para el nuestro y para todos los tiempos. Valía para la predicación y obra de Jesucristo y vale para la predicación y obra de la Iglesia. Pero no es evidente y reclama nuestra fe en Jesucristo. Ambas parábolas son, por tanto, una ayuda y una invitación a la fe.           

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