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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 3 de Cuaresma (3.III.2013) - Ciclo C

LA HORA DE RECTIFICAR

“El año que viene la cortarás”

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¿No leemos a diario que ha sido asesinado un grupo de personas o que alguien ha perdido la vida porque se derrumbó un edificio o le cayó encima un objeto que le aplastó? El evangelio de hoy habla de dos sucesos parecidos: la muerte violenta de un grupo de galileos y la muerte por aplastamiento de un grupo de habitantes de Jerusalén. Sin embargo, la diferencia entre las páginas de sucesos de  nuestros periódicos y el evangelio es abismal. Las páginas de la crónica negra se limitan a narrar los hechos sin sacar conclusiones. El evangelio, en cambio, las saca. Y ¡qué conclusiones! A los que le recuerdan la muerte de los galileos, Jesús les responde: No os equivoquéis pensando que eran peores que los demás y fueron castigados por ello. La misma conclusión extrae cuando él mismo recuerda los accidentados de Jerusalén: no eran más culpables que los demás habitantes de la ciudad. Pero no es ésta la conclusión principal sino la que aparece cuando Jesús la personaliza en sus interlocutores: “Si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera”. Era tanto como decirles: todos sois pecadores, todos mantenéis con Dios una relación pervertida, todos estáis en un camino equivocado, todos debéis cambiar de vida, todos necesitáis convertiros. Este es el núcleo del evangelio de hoy: la necesidad que todos tenemos de convertirnos, de dejar de ir en la dirección que hemos tomado, de detenernos y volver al principio. A poco sincero que seas, tendrás que admitir que necesitas dejar de convivir con quien no es tu mujer o tu marido; devolver el dinero robado o malganado; hablarte de nuevo con tu hermano; acercarte al sacramento de la Penitencia del que te alejaste hace años; dejar de odiar al que te ha hecho mal; volver a ir a misa los domingos; pagar el justo salario y tener asegurado al emigrante; no malgastar el dinero y ser mucho más generoso en la limosna al necesitado; cortarte la lengua antes que calumniar. ¡Ya lo creo que necesitamos convertirnos! El Señor llama a nuestra puerta en esta Cuaresma y nos dice: te doy una nueva oportunidad. Yo añado: no la desaproveches, porque no te arrepentirás.              

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