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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 12 del Tiempo Ordinario (23. VI. 2013) -Ciclo C

Y  TÚ ¿QUIÉN DICES QUE ES JESÚS?

«Tú eres el Mesías de Dios»

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Hay una pregunta que recorre el evangelio. Se la formuló la gente, cuando Jesús perdonó a la pecadora; Herodes, cuando oyó las cosas extraordinarias que le contaban de Él; luego, los apóstoles, tras calmar la tempestad en el lago. Estas personas no sólo se hicieron la pregunta sino que dieron su respuesta. Unos decían que era Moisés o Elías, que habían vuelto a la vida. Otros, más parcos, se limitaban a afirmar que era “un gran profeta». Hoy la gente vuelve preguntar quién es Jesús, porque Jesús sigue interesando a muchos. Y, como entonces, también dan su veredicto. Unos dicen que es un superstar; otros, un gran líder social; otros, el prototipo de hombre ideal. Grandes alabanzas las de entonces y las de ahora. Pero insuficientes. Porque Jesús es mucho más. Por eso, se dirigió a los Apóstoles y les preguntó: “Y vosotros ¿quién decís que soy Yo?»  Pedro responde en nombre de todos y dice: «Tú eres el Mesías de Dios», Tú eres el Salvador definitivo que Dios ha enviado al mundo para librarle del todo y para siempre. Ha dado en la diana y acertado de plano. Jesús, efectivamente, es el Hijo Eterno de Dios, que se ha hecho  hombre para salvar a los hombres del pecado y de la muerte eterna y abrirles las puertas del cielo. Si le despojamos de “eso”, hemos destruido a Jesús, le hemos rebajado a la condición de un superhombre o un superfundador de una gran religión. Pero le hemos quitado el título que le hace “único”, “irrepetible”, “absolutamente imprescindible”. Jesús se siente satisfecho con la respuesta de Pedro. Ahora  ya puede manifestarle cuál es su destino y, enseguida, cuál ha de ser el seguimiento al que él y todos los demás están llamados. Su destino es ser un Mesías sufriente y doliente, no temporal y político, como era el que soñaba la gente, un Mesías para quien el dolor y la Pasión son el camino necesario para el triunfo de la Resurrección. Ese es el destino de los que le sigan. Si son fieles, llegarán a la gloria eterna del Cielo. Pero han de pasar antes por el dolor y la muerte. De todos modos, volvamos a la pregunta inicial: ¿Quién es Jesús? ¿quién es Él para mí?

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