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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 4 de Pascua (11. V. 2014) - Ciclo A

PUERTAS, PASTORES Y LADRONES

“He venido para que tengan vida”

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El evangelio de este domingo es un poco desconcertante, pues Jesús se llama  “puerta”: “Yo soy la puerta”. En todo el evangelio sólo hay otra expresión semejante: “Yo soy el camino”. Con todo, vistas las cosas más de cerca, comprobamos que detrás de esa aparente banalidad hay una gran verdad. Basta completar la frase: “Yo soy la puerta de las ovejas”. Y situarla en su auténtica perspectiva, que no es otra que el Antiguo Testamento, donde las ovejas son “el pueblo” de Dios: “Vosotros, ovejas mías, sois el rebaño de mis pastos y yo soy vuestro Dios”, había dicho el profeta Ezequiel. Cuando Jesús se denomina “la puerta de las ovejas”, está diciendo que él es el Pastor que cuida de su pueblo en el doble sentido de la puerta: porque las ovejas entran y salen por ella con total confianza, y porque sirve para identificar quién es “de casa” y quién es “ladrón y salteador”. El que “entre” por esta puerta se salvará, tendrá vida eterna; el que “salga” por ella, encontrará pastos. Quien no quiera usar esa puerta, no podrá llegar al Padre y pondrá de manifiesto que no es un verdadero pastor sino un ladrón y salteador. La expresión queda todavía más perfilada cuando advertimos que es una respuesta que Jesús da a los jefes político-religiosos de Israel de su tiempo. Al reivindicar para sí el ser “puerta”, está desautorizando a esos jefes y diciéndoles que no son los pastores que Dios esperaba de ellos. Más aún, como ellos rechazan esa “puerta” y proclaman que Jesús no es el enviado por Dios, están demostrando que, además de no ser buenos pastores, son ladrones y salteadores. ¿Quiénes son ahora los buenos pastores del pueblo y quiénes los ladrones y salteadores? Son buenos pastores los padres, profesores, educadores, sacerdotes, hombres y mujeres públicos que reconocen que Jesucristo es “la puerta” de acceso para ir al Padre. Es decir, que enseñan y predican su doctrina salvadora y llevan al pueblo a los pastos a los que conduce salir por esa “puerta”: la verdad y el amor. Los que echan a Cristo de la sociedad y las costumbres, son lo que dice el Evangelio: ladrones y salteadores.    

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