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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 5 del Tiempo Ordinario (10. II. 2019) - Ciclo C

NUEVA REDADA DE PECES

“Las barcas casi se hundían”

**** “Rema mar adentro y echa las redes para pescar”. Esta fue la indicación que Jesús dio a Pedro, después de haber subido a su barca y usarla para predicar desde ella a una gran muchedumbre. Era tanto como decirle: “Busca nuevos caladeros donde haya peces”. Hoy nos lo repite a mí y a ti: busca nuevos caladeros donde anunciarme, para que la gente me conozca y me siga. Hoy son “nuevos caladeros” los muchos padres que no piden el bautismo para sus hijos, los incontables  jóvenes que conviven sin estar casados, los matrimonios que ya se han roto o están en grave riesgo de hacerlo, los nuevos pobres del alma y del cuerpo, entre los que se encuentran quienes no tienen trabajo o lo tienen en situación sumamente precaria e inestable. Pero Jesús no sólo nos dice que busquemos nuevos caladeros de peces sino que echemos las redes para pescar. Y nos lo dice a todos los bautizados. No solo, casi diría que ni principalmente, a los sacerdotes y monjas sino a todos los que son discípulos suyos: padres a sus hijos, hermanos a hermanos, novias a novios, esposos a esposos, amigos a amigos, colegas de profesión a compañeros de trabajo. ¡Es hora de despertar de tanta rutina, de tanta cobardía para confesarnos cristianos, de tanto miedo a hablar de Dios! Quizás nos venga a la boca lo que le vino a Pedro: “Señor, hemos trabajado toda la noche y no hemos pescado nada”. Hemos trabajado con dedicación y constancia y … nada. No está mal este desahogo. Pero hemos de tener la humildad y docilidad de Pedro y añadir: “Pero, ya te tú lo quieres, echaré las redes”. Porque Pedro, que era pescador de oficio y sabía que la pesca no se hace a la luz del sol sino por la noche, y su experiencia de la noche anterior no podía haber sido más desastrosa, obedeció a Jesús y se encontró con “una redada de peces tan grande” que su barca y la de Juan, que vino a echarle una mano,  casi se hundían. La clave está aquí: escuchar a Jesucristo, hacer lo que él quiere que hagamos, dejar de contar sólo o principalmente con nuestras fuerzas y contar muchísimo más con las suyas. ¡Y habrá nueva y gran redada de peces!         

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