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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 7 del Tiempo Ordinario (24.II. 2019) - Ciclo C

UNA GRAN LOCURA

“Sed compasivos como vuestro Padre”

*** ¿Es posible que hermanos que, durante muchos años, han vivido juntos en la misma casa, comido en la misma mesa y trabajado en el mismo tajo puedan dejarse de hablar y desearse el mal? ¿Hay casos en los que una persona odie a otra por el mero hecho de tener menos dinero o menor rango social? Por desgracia, todos conocemos más de un caso. Tales reacciones son una derrota humana. Porque el hombre no es más hombre cuando devuelve mal por mal ni violencia por violencia. El hombre es más hombre cuando hace el bien al que le trata mal y devuelve una sonrisa al que le da una coz. Es verdad que nuestra condición humana nos inclina a devolver mal por mal y vengarnos de quien se porta mal con nosotros. Pero eso no justifica que respondamos con odio al que nos odia y maltrata.. Y, desde luego, no es cristiano reaccionar así. El evangelio de este domingo no admite la menor duda: “Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian”. Quizás nos parezca una locura. ¡Lo es! Tan locura, que el amor a los enemigos hasta dar la vida por ellos es el distintito de los cristianos. Alguno puede pensar que no hay nadie que haga esto. No es verdad. Muchos mártires han muerto perdonando y rezando por quienes les iban a pegar un tiro en la nuca o atravesarles el corazón con una lanza. Cuando fue encarcelado el obispo Van Thuan, que luego sería cardenal, era maltratado por sus carceleros. Él llevó este comportamiento a su oración personal y vio que Dios le pedía que amase a quienes así le trataban. Y comenzó a hacerlo. El cabo de un tiempo, uno de ellos le preguntó por qué actuaba así. Él le contestó: “Porque  si no, no sería discípulo de Jesucristo” Una vez más el amor venció al odio, pues alguno de aquellos carceleros se hizo cristiano. Nadie negará que es difícil amar a los enemigos y hacer el bien al que nos hace el mal. Pero con la ayuda de Dios es posible. Además, si no perdonamos, ¿cómo podemos rezar el Padre nuestro, en el que pedimos que Dios nos perdone como nosotros perdonamos a los que nos ofenden?       

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