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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 6 de Pascua (26.V.2019) - Ciclo C

EL GRAN MAESTRO Y CONSOLADOR

“No se acobarde vuestro corazón”

*****Estamos a quince días vista de Pentecostés, con el que se cierra el tiempo de Pascua, y eso se nota en los textos que nos presenta la Iglesia. Si hasta hoy el Padre y el Hijo han sido los grandes protagonistas, hoy se les une un tercero: el Espíritu Santo. Él cerrará el proceso de salvación que el Padre proyectó, el Hijo realizó y el Espíritu Santo lo actualizará a lo largo y ancho de la historia. Pero antes tiene que ocurrir algo terrible y desconcertante: la muerte en Cruz del Hijo, porque él cumple “fielmente la misión que le ha encomendado” el Padre. La muerte será pasajera, pero no por ello dejará de provocar en sus discípulos el indecible dolor de la separación, el temor al desamparo y un profundo abatimiento. Pero no tienen que perder la paz ni acobardarse. De buena gana les ahorraría todo este dolor y tristeza, pero es necesario que entregue su vida por ellos y por todo el mundo, para que pueda subir al Padre y enviarles un “consolador” y un gran maestro: el Espíritu Santo. “El Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho”. Él ha hecho todo lo que estaba en su mano: ha convivido con ellos día y noche durante tres años, les ha dado la posibilidad de contemplar sus milagros, les ha enseñado con mil ejemplos y parábolas para qué había bajado del Cielo y para qué les había elegido. Pero ellos, apenas habían entendido nada. Sus esquemas mentales estaban en otro mundo: en el mundo del éxito, del triunfo y de la gloria humana. Contra ese muro chocaba y rebotaba su enseñanza y sus milagros. Necesitaban que alguien culminara lo que él había iniciado. No les enseñaría “otra” doctrina, no realizaría “otra” salvación, no les daría “otra” misión. Su terea sería hacerles presente de nuevo y ayudarles a comprender “todo lo que yo os he dicho” y  hecho. Dentro de quince días, lo que hoy es promesa se hará realidad y los apóstoles comprenderán la misión de su Maestro y la suya. Y saldrán mundo adelante para proclamarla y actualizarla en todas partes. Qué bien nos vendría repetir ya desde hoy: “Espíritu Santo, ven, ven, ven”.

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