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LITURGIA DEL VATICANO II

Domingo 14 del Tiempo Ordinario (7.VII.2019) - Clcio C

GRAN LECCIÓN PARA LA IGLESIA DE HOY

“La mies es mucha y los obreros pocos”

**** Importantísimo evangelio el de este domingo. Los técnicos lo llaman “el evangelio de la misión”. Efectivamente, Jesús envía a setenta y dos discípulos a anunciar la llegada del Reino de Dios. Setenta y dos es un número simbólico: significa que la misión de Jesús es universal, todas las naciones de la tierra. Esto acontecerá después de la resurrección. Pero ya desde ahora ha de quedar claro que el Reino de Dios no ha llegado sólo para los judíos sino para todos. En ese envío, Jesús traza los rasgos de los misioneros de todos los tiempos y latitudes. En primer lugar, no son dueños de la mies sino criados del dueño de esa mies. Por eso, no predicarán su mensaje sino el de Jesús. Aunque ”la mies es mucha y los obreros pocos”, lo primero que les ordena no es matarse a trabajar sino rezar: rezar al dueño de la mies que envíe más obreros. En una carta que el Papa ha escrito al pueblo alemán hace unos días para impulsar la misión en aquella nación, les dice: “Una de las primeras y grandes tentaciones a nivel eclesial es creer que las soluciones a los problemas presentes y futuros vendrán exclusivamente de reformas puramente estructurales, orgánicas o burocráticas (…) Se trata de un nuevo Pelagianismo”. Y les añade: “Necesitamos oración, penitencia y adoración. No como actitud mojigata, pueril o pusilánime sino con valentía para abrir la puerta y ver lo que normalmente queda velado por la superficialidad, la cultura del bienestar y la apariencia”. Jesús indica a sus enviados que les manda a predicar, no a estar pendientes de la comida, el vestido y el dinero. Les advierte, además, que les envía para algo difícil: ser corderos en medio de lobos, es decir, ir con las amas del amor y de la paz, no con las de la violencia. Y deben ser conscientes de que no todos los recibirán con los brazos abiertos. Encontraran acogida y rechazo. Ellos realizaron lo que Jesús les había ordenado. ¿Cuál fue el resultado? “Volvieron muy contentos” por los frutos logrados. De todos modos, Jesús les puntualizó que debían estar contentos, sobre todo, porque sus nombres estaban inscritos en el libro de la vida. El verdadero contento es ir al cielo.            

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